En unos días se prevé la sanción definitiva de la ley de “cédula
nacional escolar” con un pretendido alcance nacional. Esto permitirá al Consejo Federal de
Educación contar con información personalizada de la trayectoria de un niño
desde jardín hasta la secundaria. Los datos que brindará, de los que tiene que
ser garantizada la privacidad, perseguirán fines valiosos: identificar a los niños no escolarizados, conocer el nivel de deserción
escolar, saber si completaron el programa de vacunación obligatoria, y con
esta información real se podrá prevenir,
actuar, reinsertar a los niños.
En el caso de los niños que tienen diferentes problemáticas
del desarrollo (dislexia, trastorno específico del lenguaje, déficit atencionales, etc.), es
frecuente que sus padres tengan que ir cada año a la escuela a plantear la
problemática que tienen sus hijos. A pesar de no haber cambiado de institución,
es habitual que los nuevos docentes desconozcan la historia de sus alumnos con sus problemáticas, y por ende no
sepan que algunos de ellos requieren determinadas ayudas. Este hecho que
angustia a los padres, también afecta a los chicos porque se pierde un tiempo valioso en
tomar medidas. Si un docente sabe cómo un niño funcionó el año anterior puede
ver el rendimiento actual como parte de un proceso, tener una visión más
realista de lo que le puede pedir, y actuar en forma coordinada, para que los
aprendizajes se vayan consolidando gradualmente. De esa forma se evita presentarle pruebas diagnósticas donde el fracaso es una "profecía autocumplida", como así también, generar aprendizajes puramente memorísticas sin significado para el niño, por exceder sus posibilidades de
asimilación. Con el conocimiento de los agentes educativos los niños con dificultades se verán protegidos de
decisiones improvisadas, de demandas desmedidas, y de la frustración que como
consecuencia se desencadena.
Sería fundamental que los docentes puedan acceder a la “cédula
nacional escolar” y que esta incluya
también el perfil del neurodesarrollo del niño cuando tiene alguna
dificultad, como así también otras particularidades que pueda presentar, y conocer las sugerencias de los especialistas
tratantes. Muchas veces algunas medidas como: “Darle más tiempo para hacer los trabajos, permitirle leer antes los
textos que se van a presentar en clase, tomar una prueba de a partes, dejarle
escribir en imprenta”, son
suficientes recomendaciones para que mejore el rendimiento y se sienta motivado.
Como consecuencia, se beneficiarán los docentes que
intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y los padres sentirán que
hay una coherencia y una mirada integral de su hijo.
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